viernes, 18 de julio de 2014

Las acciones no miden tu corazón, pero tu corazón sí es medido por tus acciones.

Mi esposa Johanna, me envió este pequeño estudio-reflexión, y con su debido permiso, lo estoy publicando para todos ustedes. El blog es mío, el estudio es de mi esposa, y la culpa es de ustedes que se atreven a leerlo.  

Hay ocasiones en nuestro caminar con Dios, en las que hacemos cosas que aparentemente son buenas, pues pensamos que es así. El creer que lo que hacemos es bueno, sin pasarlo por la lupa de Dios, es el peor error que un cristiano puede hacer. Debemos depender de Dios para que Él sea ayudándonos a examinarnos a nosotros mismos a través de Su Espíritu Santo. La Biblia nos relata sobre la vida de un hombre que empezó a hacer algo correcto, un hombre que hasta podía pensarse que llenó una necesidad que había en el pueblo, pues el rey no se abastecía para hacerlo. El prestar ayuda y estar atento a la necesidad que había, no fue lo malo, el tratar de suplir la necesidad tampoco fue lo malo. Lo que marcó la diferencia es lo que había en su corazón y los motivos que tenía para hacerlo. 

Veamos el caso de Absalón, hijo del Rey David: 

“Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen delante de él. Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.”  ( 2 Samuel 15:1-2) 

En estos dos versículos podemos ver una acción aparentemente buena, pero con una intención totalmente oculta. Analicemos estos dos versículos: 

“Se levantaba muy temprano y se ponía en el camino junto a la puerta”: Absalón era un hombre muy proactivo y preocupado de lo que le pasaba al pueblo, nadie se sacrificaría tan temprano sino es porque ama ayudar y porque ama lo que hace. Pero a Absalón no necesariamente le movían esos dos ingredientes, él quería destruir el reino de su padre David.

Podemos ver gente que te querrá “ayudar” y cuando necesites algo serán los primeros en llegar y estar en el momento en que lo necesites, y eso no esta nada mal. Lo malo es la intención con la cual uno hace lo que hace, y ese fue el problema de Absalón. Amados, entendamos este estudio con madurez; yo puedo ayudar a las personas, y ser un instrumento de Dios para restaurar vidas, pero lo que marca la diferencia son tus frutos, es decir, si te siguen a ti, o si siguen al Rey. 

“Venían a él gente con necesidad de Justicia”: Estas personas que tienen este espíritu incorrecto, buscan de una u otra forma, acercarse a las personas que tienen necesidad de justicia. Absalón se revela contra su padre porque como padre y rey, nunca hizo nada contra Amnón, su hermano, cuando Amnón violó a su hermana Tamar, David simplemente guardó silencio y como consecuencia de eso, Absalón buscó justicia con su propia mano, y mata a Amnón (2Sa.14:32) 

Absalón guardó todo eso por dos años en su corazón (2Sa.13:23) para luego matar a su hermano. Cuando no perdonas, solo dejarás pasar el tiempo y esperarás la mínima oportunidad para cobrar el mal que te hicieron a ti, a tu familia, o a tus amigos. La muerte de Amnón no apaciguó la sed de venganza que había en el corazón de Absalón, sino que se volcó contra su padre y planifica destituirlo, y es así que empieza a robar el corazón del pueblo, identificándose con los que tenían la misma sed de justicia, la misma necesidad que el Rey le resolviera su pelea y estaban a la espera. 

¿De quién nos rodeamos? ¿Quienes son los que nos aconsejan? ¿Nos dejamos llevar solo por lo que ven nuestros ojos, o pedimos a Dios discernimiento para ver los frutos? Absalón era rebelde, no se sujetaba a la autoridad debido a la injusticia que había visto en su padre. Se podría pensar que ese odio era justificado, pero delante del Señor, no se puede justificar el guardar odio, por más razones que puedas tener. Jesucristo fue el vivo ejemplo de no guardar ni odio ni rencor. 

Siguiendo con el relato de 2 Samuel 15:3 dice: “Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.” 

Algo que distingue a estas personas es que te van a decir verdades a medias: “ñañito, tienes toda la razón, pero, ¿dónde está tu pastor/líder que no te escucha? ¿tu pastor/líder no te oye? ¿acaso está muy ocupado?, wow … pero tranquilo yo te escucho, yo sí te entiendo” El corazón contaminado de Absalón queda descubierto con sus propias palabras “¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!” (v.4) 

Amados, las personas que tienen la actitud de Absalón, tienden a ponerse como los verdaderos líderes, los que sí dan soluciones, los líderes que necesita el pueblo para al fin avanzar. Ellos compartirán tu dolor, derramarán lágrimas a tu lado, te propondrán una mejor manera de resolver las cosas, hasta “invertirán” tiempo, energías y recursos en ti, con el solo propósito de robar tu corazón para que lo sigas y hagas conforme a sus propósitos. Después de todo, ¿no quedarías en deuda ante alguien que te escucha, te ayuda y está contigo en momentos de dificultad? Claro que sí. La diferencia está en que los que son de Dios, por el temor de Dios que hay en sus corazones, te ayudarán no para sembrar dividisión ni destrucción, sino para edificar y restaurar tu vida, y el fruto de eso será notorio ante todos los que les rodean, pues se habrá provocado una verdadera unidad, esa unidad por la cual Jesús clamó al Padre, sabiendo que iba a morir prontamente. 

Cierra tus ojos un momento y analiza si tus acciones han traído como consecuencia una verdadera unidad que ha beneficiado a todo el cuerpo de Cristo, o si solo ha sido una unidad de los que buscan justicia.  

En el v.5 dice: “Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.” Absalón rompía el protocolo de lo que normalmente se acostumbraba para estar delante del rey, ya que visualmente, al hacer esto, Absalón daba muestras de una falsa humildad y amor. Absalón tardó 4 años en ganarse el corazón de una gran parte de la nación, y logró sacar a su padre de donde él estaba, pero Absalón se había olvidado que quien había puesto a David como rey, no era un hombre, sino Dios mismo.

Queridos hermanos, tengamos mucho cuidado con lo que estamos haciendo, dejemos que el Espíritu Santo escudriñe nuestros corazones y nos limpie de toda maldad. El Salmista supo pedirle al Señor: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.” (Salmos 139:23-24) 

Que siempre pasemos bajo la lupa de Sus ojos y que en Su gracia y misericordia, podamos sacar aquello que nos lleva a la perversidad. Si alguien te ha defraudado o te ha hecho alguna injusticia, deja que Dios sane tu vida y que Él sea tu justicia, recordemos lo que dice Santiago 1:20 “Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Dios sea con nosotros a cada momento.

Comentario mío: 

En más de una ocasión me he encontrado delante del Señor pidiéndole que examine mi corazón, mis actitudes y pensamientos, pues si llego a creer que todo lo que yo hago o digo es correcto, estoy en graves problemas. Es necesario y vital que Dios haga una evaluación de la motivación de nuestro corazón, la Biblia nos dice una y otra vez que el corazón es engañoso. Si dejamos que el Espíritu Santo nos hable, entonces evitaremos tener actitudes como las de Absalón. Si por el contrario, consideramos que "todo" lo puedo en Cristo que me fortalece y que el fin sí justifica los medios ... puntos suspensivos.

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