lunes, 25 de agosto de 2014

¿Me amas? apacienta, pastorea ... y sígueme

(Juan 21:15-19) Jesús se aparece por tercera vez a sus discípulos después de haber resucitado. Entre ellos estaba Pedro, aquel que le había negado 3 veces. Quizás todavía con el dolor de haberle fallado a su maestro, quizás pensando que no merecía ser considerado como un discípulo (a lo mejor por eso volvió a las redes). Pero Jesús, que conoce los corazones, que conoce nuestras realidades y que siempre se anticipa a nosotros, le pregunta si realmente le ama. Mucho se ha dicho de la terminología que empleó Jesús para preguntar y la que utilizó Pedro para responder, por lo cual no será ese el enfoque de esta reflexión. Más bien quiero enfocarme en la respuesta de Jesús, a la respuesta de Pedro, y lo que al final le dice.

"Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?" En cada contestación, Jesús le mostraba poco a poco la labor a la cual Pedro había sido llamado. Recordemos que Jesús le dijo que él iba a ser pescador de hombres (Mt.4:19). En su dolor, él quiso volver a su vida antigua, pero cuando el Señor llama a alguien, ya su vida antigua no tendrá el sabor que antes tenía. Pedro era pescador de hombres y ninguna pesca en el mar iba a suplantar esa verdad tan gloriosa.


Jesús emplea las palabras "apacentar", "pastorear", "corderos" y "ovejas", con las cuales expone el vasto panorama de la labor a la cual se iba a enfrentar como pescador de hombres. Pedro tendría que apacentar (dar pasto, alimentar) y pastorear (atender, cuidar y gobernar mientras comen pasto) a aquellos corderos (los jóvenes, los tiernos e inexpertos - Is.40:11) y también a las ovejas (los más maduros - Jn.10:27). No es un mero juego de palabras que Jesús emplea para llamar la atención de Pedro, es en realidad la explicación de la labor que como cristianos somos llamados a ejercer ... claro está ... si realmente somos cristianos.

¿Realmente amamos al Señor? ¿Amamos a Jesús? Si le amamos, tendremos que reconocer que ese amor conlleva una tarea. El amor siempre implica una responsabilidad, y esa responsabilidad implica también un sacrificio. No amamos realmente a Cristo si no estamos dispuestos a asumir Su obra y Su cruz. Si le amamos, nuestro amor a Él se verá reflejado en la forma que apacentamos y pastoreamos. A algunos habrá que tratarlos como corderitos, con ternura y paciencia, pues están dando sus primeros pasos; pero a otros habrá que tratarlos como a ovejas, con firmeza y frontalidad, pues ya saben de qué pata cojean y les encanta andar con carita de "yo no fui".

Pero el relato no termina ahí. Después de mostrarle una probadita del futuro que le iba a esperar a Pedro, al final del v.19 Jesús añade "sígueme". ¿Acaso no es suficiente con lo que le dijo a Pedro por 3 ocasiones? ¿Acaso es obvio que seguimos a Jesús? ¿Será que apacentar y pastorear es sinónimo de que le estamos siguiendo? No necesariamente.

Puedes apacentar y pastorear simplemente porque sabes cómo debes hacerlo, porque con los años has aprendido las técnicas y las mañas para que los corderitos puedan crecer y que las ovejas puedan andar bien portaditas (Wow!!). Puedes llevar tu Casa de Paz o célula con mucho esmero, teniendo la mejor de las actitudes para que los asistentes aprendan e incluso vean en ti alguien que está "a otro nivel" (Wow!!). Puedes ejercer un ministerio en la iglesia de tal manera que sea automático asociar tu labor con las palabras responsabilidad, esmero y compromiso (Wow!!). Pero nada de estas cosas nos exime de seguir al Maestro, de caminar con Él a diario, de escucharle en Su Palabra, de conversar con Él por medio de la oración, y de meditar en lo que Él nos ha mostrado mientras guarda silencio.

Solo cuando le seguimos, contemplamos Su misericordia y Su fidelidad. Solo cuando le seguimos somos confrontados con nuestras debilidades. Solo cuando le seguimos dejamos que Su Espíritu Santo siga refinándonos en el fuego. Solo cuando le seguimos, aprendemos que ya no debemos vivir nosotros, sino Cristo en nosotros. Solo cuando le seguimos, entendemos que todavía nos falta para llegar al título de "siervos inútiles" (Lc.17:10). Solo cuando le seguimos comprendemos que lo que somos no es por nosotros sino por Su gracia. Y solo cuando le seguimos es que podemos apacentar y pastorear como muestra sincera de amor por Aquel que lo dio todo, absolutamente todo.

¿Realmente amamos a Jesús? Entonces cumplamos con la labor de apacentar y pastorear, sin dejar de seguirle con temor y temblor. Si creíamos que servir en la obra del Señor era lo mismo que seguir al Señor de la obra, estamos a tiempo para corregir. Si aun no entendemos la diferencia, si pensamos que lo uno es igual a lo otro, y si los halagos y felicitaciones son suficientes para pensar que ya tenemos el cielo ganado ... puntos suspensivos.

viernes, 18 de julio de 2014

Las acciones no miden tu corazón, pero tu corazón sí es medido por tus acciones.

Mi esposa Johanna, me envió este pequeño estudio-reflexión, y con su debido permiso, lo estoy publicando para todos ustedes. El blog es mío, el estudio es de mi esposa, y la culpa es de ustedes que se atreven a leerlo.  

Hay ocasiones en nuestro caminar con Dios, en las que hacemos cosas que aparentemente son buenas, pues pensamos que es así. El creer que lo que hacemos es bueno, sin pasarlo por la lupa de Dios, es el peor error que un cristiano puede hacer. Debemos depender de Dios para que Él sea ayudándonos a examinarnos a nosotros mismos a través de Su Espíritu Santo. La Biblia nos relata sobre la vida de un hombre que empezó a hacer algo correcto, un hombre que hasta podía pensarse que llenó una necesidad que había en el pueblo, pues el rey no se abastecía para hacerlo. El prestar ayuda y estar atento a la necesidad que había, no fue lo malo, el tratar de suplir la necesidad tampoco fue lo malo. Lo que marcó la diferencia es lo que había en su corazón y los motivos que tenía para hacerlo. 

Veamos el caso de Absalón, hijo del Rey David: 

“Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen delante de él. Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.”  ( 2 Samuel 15:1-2) 

En estos dos versículos podemos ver una acción aparentemente buena, pero con una intención totalmente oculta. Analicemos estos dos versículos: 

“Se levantaba muy temprano y se ponía en el camino junto a la puerta”: Absalón era un hombre muy proactivo y preocupado de lo que le pasaba al pueblo, nadie se sacrificaría tan temprano sino es porque ama ayudar y porque ama lo que hace. Pero a Absalón no necesariamente le movían esos dos ingredientes, él quería destruir el reino de su padre David.

Podemos ver gente que te querrá “ayudar” y cuando necesites algo serán los primeros en llegar y estar en el momento en que lo necesites, y eso no esta nada mal. Lo malo es la intención con la cual uno hace lo que hace, y ese fue el problema de Absalón. Amados, entendamos este estudio con madurez; yo puedo ayudar a las personas, y ser un instrumento de Dios para restaurar vidas, pero lo que marca la diferencia son tus frutos, es decir, si te siguen a ti, o si siguen al Rey. 

“Venían a él gente con necesidad de Justicia”: Estas personas que tienen este espíritu incorrecto, buscan de una u otra forma, acercarse a las personas que tienen necesidad de justicia. Absalón se revela contra su padre porque como padre y rey, nunca hizo nada contra Amnón, su hermano, cuando Amnón violó a su hermana Tamar, David simplemente guardó silencio y como consecuencia de eso, Absalón buscó justicia con su propia mano, y mata a Amnón (2Sa.14:32) 

Absalón guardó todo eso por dos años en su corazón (2Sa.13:23) para luego matar a su hermano. Cuando no perdonas, solo dejarás pasar el tiempo y esperarás la mínima oportunidad para cobrar el mal que te hicieron a ti, a tu familia, o a tus amigos. La muerte de Amnón no apaciguó la sed de venganza que había en el corazón de Absalón, sino que se volcó contra su padre y planifica destituirlo, y es así que empieza a robar el corazón del pueblo, identificándose con los que tenían la misma sed de justicia, la misma necesidad que el Rey le resolviera su pelea y estaban a la espera. 

¿De quién nos rodeamos? ¿Quienes son los que nos aconsejan? ¿Nos dejamos llevar solo por lo que ven nuestros ojos, o pedimos a Dios discernimiento para ver los frutos? Absalón era rebelde, no se sujetaba a la autoridad debido a la injusticia que había visto en su padre. Se podría pensar que ese odio era justificado, pero delante del Señor, no se puede justificar el guardar odio, por más razones que puedas tener. Jesucristo fue el vivo ejemplo de no guardar ni odio ni rencor. 

Siguiendo con el relato de 2 Samuel 15:3 dice: “Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey.” 

Algo que distingue a estas personas es que te van a decir verdades a medias: “ñañito, tienes toda la razón, pero, ¿dónde está tu pastor/líder que no te escucha? ¿tu pastor/líder no te oye? ¿acaso está muy ocupado?, wow … pero tranquilo yo te escucho, yo sí te entiendo” El corazón contaminado de Absalón queda descubierto con sus propias palabras “¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!” (v.4) 

Amados, las personas que tienen la actitud de Absalón, tienden a ponerse como los verdaderos líderes, los que sí dan soluciones, los líderes que necesita el pueblo para al fin avanzar. Ellos compartirán tu dolor, derramarán lágrimas a tu lado, te propondrán una mejor manera de resolver las cosas, hasta “invertirán” tiempo, energías y recursos en ti, con el solo propósito de robar tu corazón para que lo sigas y hagas conforme a sus propósitos. Después de todo, ¿no quedarías en deuda ante alguien que te escucha, te ayuda y está contigo en momentos de dificultad? Claro que sí. La diferencia está en que los que son de Dios, por el temor de Dios que hay en sus corazones, te ayudarán no para sembrar dividisión ni destrucción, sino para edificar y restaurar tu vida, y el fruto de eso será notorio ante todos los que les rodean, pues se habrá provocado una verdadera unidad, esa unidad por la cual Jesús clamó al Padre, sabiendo que iba a morir prontamente. 

Cierra tus ojos un momento y analiza si tus acciones han traído como consecuencia una verdadera unidad que ha beneficiado a todo el cuerpo de Cristo, o si solo ha sido una unidad de los que buscan justicia.  

En el v.5 dice: “Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.” Absalón rompía el protocolo de lo que normalmente se acostumbraba para estar delante del rey, ya que visualmente, al hacer esto, Absalón daba muestras de una falsa humildad y amor. Absalón tardó 4 años en ganarse el corazón de una gran parte de la nación, y logró sacar a su padre de donde él estaba, pero Absalón se había olvidado que quien había puesto a David como rey, no era un hombre, sino Dios mismo.

Queridos hermanos, tengamos mucho cuidado con lo que estamos haciendo, dejemos que el Espíritu Santo escudriñe nuestros corazones y nos limpie de toda maldad. El Salmista supo pedirle al Señor: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.” (Salmos 139:23-24) 

Que siempre pasemos bajo la lupa de Sus ojos y que en Su gracia y misericordia, podamos sacar aquello que nos lleva a la perversidad. Si alguien te ha defraudado o te ha hecho alguna injusticia, deja que Dios sane tu vida y que Él sea tu justicia, recordemos lo que dice Santiago 1:20 “Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Dios sea con nosotros a cada momento.

Comentario mío: 

En más de una ocasión me he encontrado delante del Señor pidiéndole que examine mi corazón, mis actitudes y pensamientos, pues si llego a creer que todo lo que yo hago o digo es correcto, estoy en graves problemas. Es necesario y vital que Dios haga una evaluación de la motivación de nuestro corazón, la Biblia nos dice una y otra vez que el corazón es engañoso. Si dejamos que el Espíritu Santo nos hable, entonces evitaremos tener actitudes como las de Absalón. Si por el contrario, consideramos que "todo" lo puedo en Cristo que me fortalece y que el fin sí justifica los medios ... puntos suspensivos.