Por Johanna Rivera de Idrovo
Publicado en Facebook el 14 de febrero de 2025
“En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió. El SEÑOR permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Babilonia y puso en el tesoro del templo de sus dioses. Además, el rey le ordenó a Aspenaz, jefe de los oficiales de su corte, que llevara a su presencia a algunos de los israelitas pertenecientes a la familia real y a la nobleza. Debían ser jóvenes apuestos y sin ningún defecto físico, que tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio en el palacio real, a los cuales Aspenaz debía enseñarles la lengua y la literatura de los babilonios.” (Daniel 1:1-4 NVI)
Estamos viviendo tiempos difíciles donde como iglesia no debemos estar alejados de la realidad y tampoco debemos decir que no le compete a la iglesia los asuntos de estado de nuestra nación. Creo que por años como iglesia hemos estado conformes con los líderes que nos tocó elegir y no hemos hecho algo para que esto cambie. No estoy hablando de las armas espirituales, del ayuno, oración y Palabra, porque sí las hemos usado; más bien estoy hablando de que la iglesia debería unirse para preparar jóvenes que puedan estar en el poder y en posiciones clave de gobierno, que puedan gobernar basados en el temor de Dios.
Daniel y sus amigos fueron cautivos en un régimen pagano, pero algo que Dios me hacía ver es que en medio de este sistema, Dios los llamó a marcar la diferencia. Estos jóvenes ya venían con cierta preparación desde Judá: “Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.” (Daniel 1:3-4 RV60)
Si leemos bien ellos no eran cualquiera, eran jóvenes preparados, pero del mismo pueblo de Israel. Como Iglesia ¿a quien estamos preparando? La Biblia nos dice que somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. Como Iglesia debemos hacer algo en cada congregación, para levantar una generación que gobierne basada en la Palabra de Dios. Debemos invertir tiempo y enfoque en nuestros Jóvenes para que se preparen. Basta ya de estar esperando en el mundo algo mejor, cuando lo que encontramos son opciones blandas que cumplen a medias con lo que la Palabra del Señor establece. Debemos orar, sí; debemos ayunar, sí; pero también debemos actuar y actuar con urgencia, con enfoque y con intencionalidad.
Dios nos ayude y nos mueva a levantar una nueva generación, una generación que gobierne en el temor de Dios, una generación espiritualmente firme pero también enseñada en toda sabiduría, en toda ciencia y con buen entendimiento. Ya ha ocurrido antes, la Biblia lo testifica, eso nos da la pauta de que puede volver a ocurrir, y ahora con más fuerza, para la gloria del Señor. Por lo tanto, dejemos de ser espectadores y como Iglesia y como pueblo del Señor seamos los protagonistas del cambio que inicia a nivel espiritual, es verdad, pero que llega también a las esferas de gobierno de nuestra nación, y que se levanten hombres y mujeres valientes y esforzados, en el Nombre de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario